La chica que siempre mira el reloj.

Desde hace unos días hay una chica nueva que viene a la Biblioteca a leer.  De su bolso saca un gran reloj despertador y lo pone encima de la mesa.  Ella lee y mira su reloj.  Yo la miro a ella.  La miro mucho ya que siento como una necesidad de preguntarle.   De momento imagino.   Paso a su lado y hasta se escucha un leve tic-tac.   No es que ella esté obsesionada por el tiempo, ya que está con absoluta tranquilidad y normalidad.  Me siento extraña al pensar en esta chica.  Me gusta mirarla.  Y hoy todavía no ha venido.

El placer de pensar en lo prohibido.

Este fin de semana en Madarcos no ha sido muy diferente a los anteriores.  Salvo por la llegada a la Casa Rural de un chico de Segovia.   No ha pasado nada,  pero me he permitido el placer de pensar en lo prohibido.   Y sienta muy bien.  Ahora cerraré los ojos y cruzaré los dedos para que los sueños se conviertan en realidad.

Un plato de hormigas, por favor.

He estado pensando y leyendo sobre las cosas que comemos.  ¿Comerías un plato de hormigas? Nooo.  Yo tampoco.  Pero hay gente que lo hace.   ¿Comerías unos gusanos? Nooo.  Yo tampoco.    Pero la gente que sí que lo hace en otras culturas tan respetables como la nuestra, se asombran de cómo podemos comernos una gamba.   ¿Habéis visto como nada una gamba?   Es lo más parecido a un gusano.   Y dicen que sabe más o menos igual.

Después de lo que he leído y visto, creo que no comeré ni hormigas, ni gusanos,  y seguramente tardaré unos días en comer gambas.

Las amigas.

Siempre juntas.  Se quisieron.  Se odiaron.  Se amaron. Se ignoraron.  Se olvidaron. Se volvieron a querer.  Se volvieron a odiar.  Se separaron.  Se unieron. Se pensaron. Se amaron en la distancia.

Se olvidaron.

El sueño.

Estaba encima de un escenario.  Todos me miraban y yo me sentía muy bien.  Hablaba delante de la gente y todos tenían la sonrisa puesta.   Mis palabras eran un flujo de facilidad y soltura.  Yo los miraba y luego querían saludarme.   Me invadían las cámaras, las preguntas,   y yo siempre encontraba el momento de contestar.   A todas horas preguntando y yo contestando.  Mis palabras llenaban folios y videos que luego circulaban por todos los sitios.  Me ponía un nuevo vestido, y eso ya era noticia.   He soñado.  He tenido este sueño.  He sido la "yo" que siempre he querido ser.   La que puede hablar y la que es escuchada.  Hoy después del sueño me he levantado recargada y con ganas de comerme un nuevo lunes del bostezo.   Me he puesto el vestido que tenía guardado para la ocasión que nunca llegaba y he salido a la calle haciendo ruido con mis nuevos zapatos.   Hoy es el lunes más bonito de mi nueva vida.  El sueño casi se ha hecho realidad.

El nuevo.

Mi compañero de trabajo en la Biblioteca va de duro.  De machito.  Yo llevo una semana observando que hay un nuevo chico que viene de lector y no le quita ojo a mi compañero.   Primero seguía haciéndose el duro;  pero ahora yo creo que igual no es tan duro.   Y yo me rio mucho.

¿Quién lo arregla? Yo. Yo misma.

Nadie más que yo lo puede arreglar.  Y como lo sé,  me secaré las lágrimas y lo arreglaré.  Es posible que pueda tardar un poco.   Pero tengo paciencia.  He esperado mucho así que ahora no será problema.  Lo arreglaré y cuando lo consiga miraré hacia adelante con seguridad y con ilusión.
Esta mañana he visto a un grupo de mujeres celebrando el Día de la Mujer y mientras caminaba un momento al lado de ellas me han contagiado con su alegría y fuerza,  la cuál he tomado prestada -sin decirles nada- ya que tenían mucha.  Hoy me siento muy bien.

El día del bostezo.

Los lunes es el DIA DEL BOSTEZO.  Y a medida que nos vamos acercando a la primavera, todavía más.  Siempre me ha hecho mucha gracia eso,  y más en mi profesión.   Estoy detrás del mostrador y veo a la gente leer, escribir, y bostezar...   Me lo están contagiando y yo estoy bostezando.  

Yo he estado unos días ausente del mundo.  Tanto virtual como real y creo que me han servido para ver las cosas de una manera mejor.  Me quedo bostezando.  Qué bien sienta hacer eso los lunes,  el día del bostezo.

Calle negra.

Al final de la calle negra estará mi solución.  El camino es oscuro.  Mejor. Así no veré los problemas.

La solución es oscura.  Mi mente está oscura.  Por favor, ¿dónde está el interruptor de la luz de mi vida?

Quiero escribir a todo color. Quiero pensar con luz.  Quiero amar.  Quiero vivir.  Quiero sentir.  Quiero salir de la calle negra.